Líderes sorprendentes han realizado milagros en la conducción
de sus empresas a niveles inauditos de éxito. Lo han hecho a partir de
situaciones desalentadoras. El elemento en común es que cada uno de los estos
líderes cree de corazón que la clave del éxito está en liberar, cada día, la
iniciativa y el genio de sus colaboradores.
La transformación de la empresa parte de un choque entre la
realidad y las convicciones personales del líder. Ver como en la vida diaria
las estructuras y reglas ahogan la creatividad y anulan el compromiso de la
gente les parece absurdo. Con ojos de un recién llegado constatan de primera
mano como las políticas y procedimientos para imponer control minan la moral de
las personas y la productividad.
Echarse a cuestas la liberación de los colaboradores de este
tipo de reglas restrictivas para crear una cultura basada en la confianza de
ninguna manera resulta fácil. La cultura imperante se resistirá a ser cambiada.
Hay demasiada historia y sobre todo demasiado temor para soltar las riendas.
“La gente es mala, necesitamos controlarla y dirigirla, no se puede confiar en
ella, se necesitan reglas y controles”. Es toda una cruzada. Sólo la firmeza de
los valores y las convicciones personales les permite salir airosos de esta
aventura.
Finalmente nuestros héroes demuestran que es posible dirigir la
empresa confiando en las personas. Cuando se cree en las personas, cuando se
les ve como seres inteligentes, libres, creativos, preocupados por generar
valor para todos, es mucho más fácil crear reglas y estructuras que propician
una cultura vigorosa, que llena de vida a los colaboradores, la empresa, a los
clientes, a la sociedad y al mundo.
Es notorio como cuando los líderes tienen esta visión: la
organizar el trabajo de hombres cada vez más libres, responsables, solidarios
la empresa florece. Es decir, la organización se vuelve un medio para llegar a
tal fin. Contrasta notablemente con la visión de que lo que importa es la
organización, su supervivencia y crecimiento. Pon en su lugar medios y fines.
Uno de estos líderes dice “las
utilidades para mi son como la gasolina, una empresa que no sea rentable no
podrá crecer y no podrá mejorar la vida de sus colaboradores. Así que necesitas
ganancias, pero las utilidades me parecen vanas sino hay un gran sueño
esperando al final del viaje”.
Con mucho gusto te puedo compartir los casos ejemplares que he
encontrado. Estoy seguro que entre nosotros hay muchos líderes que tienen el
mismo sueño de hacer empresas con y para personas libres y responsables.
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